
Como ya hemos hablado, la Inteligencia Emocional es reconocer, apreciar y manejar de manera equilibrada las propias emociones y las de los demás. Esto trasladado en nuestra salud nos va a ayudar a prevenir distintos trastornos psicológicos, como la depresión y la ansiedad.
Por ejemplo, se ha demostrado que las personas que prestan demasiada atención a las emociones, sin tener las habilidades adecuadas para regularlas, presentan mayores niveles de emocionalidad negativa.
Ser emocionalmente inteligentes va a ser un factor de protección para el desarrollo de los trastornos psicosomáticos. Dichas patologías son aquellas dolencias físicas cuyo origen y desarrollo se ven influenciados por factores psicológicos.
Un ejemplo de ello son los herpes labiales que le salen a algunas personas en épocas de estrés. Pero también incluyen enfermedades coronarias, el cáncer o la diabetes, entre otros.

Recomendaciones para una buena Inteligencia Emocional en la salud:
- Desarrollar nuestra Inteligencia Emocional siendo conscientes de nuestras emociones y de cómo gestionarlas.
- Hacer deporte.
- Hacer una actividad que nos gusta (pintar, bailar, escuchar música, caminar, pasar tiempo con nuestras seres queridos, con nuestras mascotas, cantar, manualidades, etc..).
- Trabajar en nuestro crecimiento personal.
- Colocarnos objetivos realistas en todos los aspectos de nuestra vida.
- Crear, potenciar y mantener relaciones positivas.
- Vivir el presente y practicar la aceptación del mismo.

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